Estamos en la plaza de la estatua de Eloy Gonzalo.
Ironías de la vida y símbolo de los tiempos,
su primitivo nombre fue Duque de Alba,
más adelante Nicolás Salmerón,
ahora es llamada de Cascorro,
¡hasta la plaza se democratizó!
Y la fuente existente antaño, a un lado,
fue trasladada a los jardines de Eva Perón.

Eloy Gonzalo, un inclusero,
adoptado por un guardia civil,
fue un rebelde en su juventud.
Soldado en tierras del sur,
por motivos de faldas
se enfrenta a un superior.
Como castigo prisión mayor,
mas la pena es conmutada
a cambio de ir a la guerra de Cuba.
Destinado en Camagüey,
un nido de insurrectos cubanos,
impide el avance de nuestra grey
¡hay que destruir a nuestros hermanos!
El cometido es peligroso.
Eloy se ofrece a explosionar aquel cerro
con una lata de queroseno, unas cerillas
y una cuerda, por si muere en campo ajeno.
La misión es un éxito
y el héroe es condecorado.
Muere al año, en la enfermería
por una enterocolitis ulcerosa,
a causa del mal estado de los alimentos
que nuestros valientes soldados comían.
La estatua es del escultor Mateo Inurria,
inaugurada por Alberto Aguilera, junto con el rey.
Ese día, como era de ellas tan aficionado,
quedan incluidas en el lote programado
la de Lope de Vega, de Arguelles y Bravo Murillo.
¡pobres! todos acabaron muy cansados.
Seguimos hacia la plaza Vara del Rey,
otro héroe de la guerra de Cuba.
Enfrentado a los americanos,
en la misma camilla es vilmente asesinado.
Continuamos por Carlos Arniches
y su barriada por él tantas veces celebrada.
Entramos por “La salida” en La Corrala,
a nuestro guía Carlos Cremades le toca
amansar a la fiera, un tanto enfadada.

En el Museo de Tradiciones y Artes Populares
vemos la deliciosa exposición sobre el Rastro
con fotos y piezas antiguas y actuales.
Bajamos a una explanada tan grande como su nombre,
Plaza del Campillo del Mundo Nuevo
donde encontramos unas figuras en bronce,
simbolizando la Protección a la mujer y la infancia
y un monumental reloj de sol,
con indigentes en su interior.
En algún lugar del recorrido,
Antonio Mancha su móvil ha perdido.

Continuamos hasta la Puerta de Toledo,
planeada por José I Bonaparte,
por Fernando VII, inaugurada,
tras el paso del Trienio liberal.
Cada uno su cápsula del tiempo enterraba,
que el siguiente gobierno desenterraba.

Terminamos en La Virgen de la Paloma,
de Madrid la otra patrona,
más popular, en las zarzuelas cantada
y por Goya en Los Disciplinantes pintada.
La guía muy preparada, nos transmite sus ideas teológicas,
para unos, avanzadas, para otros, reprobadas.
Más abajo diré la razón de este comentario.
A la entrada, el espacio para bautizar por inmersión,
de los pocos que perduran en España.
Ya los visigodos y romanos lo empleaban.

Una iglesia muy limpia y cuidada.
En el centro un enorme altar,
con mucha luz a través de sus luminosas vidrieras,
luciendo escudos reales y nobiliarios,
para dejar al sol libremente entrar.
Al fondo el cuadro de la Virgen,
copia de la que trajo Isabel de Valois,
la mujer de nuestro rey Felipe II.
Por muchos, entre ellas Isabel II, venerada,
donde la infanta La Chata fue presentada.

Abajo las pinturas de Quico Argüello,
el fundador de los Quicos.
Al decir ideas avanzadas o reprobadas
evidentemente a él me refería.
Las opiniones están muy enfrentadas.
Y amigos, se acabó la excursión
¡Hasta la próxima sesión!
Pepe de la Rosa
