CURIOSIDADES HISTÓRICAS – “La Chata”, la Infanta más querida de Madrid que dio nombre a la calle Princesa
Isabel de Borbón y Borbón fue la única de la Familia Real a la que se le permitió permanecer en España cuando su sobrino el Rey Alfonso XIII se exilió en 1931.
Cuando Alfonso XIII se exilió del país en 1931, el único miembro de la Familia Real al que se le permitió permanecer en España fue a «La Chata». Isabel de Borbón y Borbón, nieta de Fernando VII, trató de evitar a toda costa la polémica vida de su madre y de su abuelo. La primogénita de Isabel II y de Francisco de Asís fue dos veces Princesa de Asturias. Su carisma encandiló a los españoles hasta el punto de convertirse en un personaje muy popular y querido en el Madrid de aquel entonces, que era más republicano que monárquico. La vía comercial que une Plaza de España con Moncloa lleva el nombre de Princesa en honor a ella. Esta calle, además de ser la continuación occidental de Gran Vía, sirve de línea divisoria entre los distritos Centro y Moncloa-Aravaca y de Chamberí con Moncloa-Aravaca.
Aunque no era la hija natural del Rey consorte, sino de José Ruiz de Arana y Saavedra, duque de Baena, que fue amante de la Reina entre los años 1850 hasta 1856 Isabel era la heredera al trono de España mientras no hubiera un hijo varón. «La Araneja» –sobrenombre que le pusieron por su padre biológico– fue la primera infanta que llevó el título de Princesa de Asturias desde su nacimiento, ya que Isabel II había aprobado un decreto el año anterior, según el cual el sucesor inmediato a la corona recibiría este título, fuera hombre o mujer.
A los pocos días de nacer, cuando la Reina Isabel II se encaminaba hacia la Basílica de la Virgen de Atocha para presentar a la Princesa, como era costumbre, el sacerdote Martín Merino atacó a la monarca. El cura, que padecía trastornos psicológicos, trató de clavarle un cuchillo en el costado. Por suerte, el corsé evitó que el daño fuera irreversible. El arma no pudo traspasar los bordados del manto de la Reina. Como agradecimiento por el cariño mostrado por el pueblo de Madrid tanto a ella como a la pequeña tras el atentado, Isabel II ordenó levantar el Hospital de la Princesa, para honrar a su hija.
La primera en viajar en automóvil
La joven Isabel siempre mostró gran admiración por la música y las artes. A lo largo de su vida hizo de mecenas para muchos compositores. Los adelantos técnicos fijaron su atención en otras muchas ocasiones: fue una de las primeras personas en viajar en coche. También fue una apasionada de la hípica y la caza. Sus paseos al galope eran tan habituales como sus aparatosas caídas. No obstante, ninguno de estos tropiezos impidieron que dejara de practicar este deporte.
Supo ganarse el cariño y la confianza a los españoles de todos los rincones y clases sociales de España por su trato cercano y su saber estar. Siempre se empeñó en mejorar la imagen de la Familia Real y para ello decidió emprender una serie de viajes por el país. La pequeña Isabel conquistaba a sus súbditos cuando aparecía vestida con el traje regional.