Crónica Anda Madrid – 21 Diciembre de 2016 – María del Carmen del Olmo Segura
Esta vez el Dr. Cremades nos citó nada menos que en “El café Viena”, que sigue manteniendo cierto sabor a los cafés de finales del XIX y principios del XX, a pesar de las actualizaciones que ha realizado la dirección de la empresa Viena Capellanes, propietaria de esta famosa cadena de pastelerías repartidas por distintas calles de Madrid.
Mientras unos desayunaban y otros tomábamos el segundo café del día, el Dr. Cremades nos relató sucintamente el origen de este antiguo café.
En 1873, Matías Lacasa consiguió la patente del pan de Viena, variedad de pan fino que no se conocía por entonces en España y que este industrial español decidió introducir en el mercado. En un local de la actual calle de la Misericordia instaló su tahona, donde también tenía fijada su residencia familiar. Como los capellanes de la Casa Real ocupaban un edificio en esta misma calle, los clientes no tardaron en apodarla “la tahona de Capellanes” siendo éste, el nombre que ha perdurado hasta nuestros días.
Al morir sin descendencia, la viuda llamó a los hijos de su hermana, Ricardo y Pío Baroja para que le ayudaran a regentar el negocio, pero como ambos se sentían atraídos por otro arte muy distinto al gastronómico aunque atendieron la tahona algunos años, a la muerte de su tía, vendieron el negocio a un empleado cuyos descendientes siguen regentando actualmente esta firma.
A pesar de que los hermanos Baroja ya no eran propietarios de El café Viena, siguieron acudiendo a sus tertulias con asiduidad igual que lo hiciera Pablo Neruda los años que pasó en España residiendo en la cercana “Casa de las Flores”.
Después de la guerra, el chalet cercano a la Plaza de España donde vivia D. Pío antes de la guerra, quedó destruido tras uno de los bombardeos que sufrió Madrid, y cuando regresó a España, fijó su residencia en la calle Ruiz de Alarcón donde existía y existe una de las famosas pastelerías Capellanes y donde hasta el día en que murió, siguió siendo uno de sus mejores clientes.
Reconfortados por el buen café y tan amena información, nos encaminamos al museo donde para su visita, nos dividieron en grupos pequeños provistos de un cuaderno explicativo de las salas a visitar.
Intentar resumir una visita a este museo es imposible.
Es un palacete construido para exposición de una serie de objetos tan numerosos como variopintos, que al Marqués de Cerralbo le gustaba coleccionar y sobre todo exhibir.
En el resumen que nos dieron no hacían mención a la importantísima labor que realizó este Marqués entre 1909 y 1914 en los yacimientos arqueológicos del valle del Jalón. Gracias a él, ha sido posible conocer vestigios del Cenozoico, Cuaternario y Pleistoceno en la Península Ibérica y hoy, podemos visitarlos en el Museo de Ciencias Naturales, Arqueológico, Numantino de Soria y el museo in situ de Torralba y Ambrona. Si no lo conocéis todavía, os recomiendo visitarlo. Encontrarse con elefantes mucho más grandes que los de África y la India en campos sorianos……… tiene su gracia.
A la salida del museo nos aguardaba un día magnífico de sol y buena temperatura que aprovechamos para departir un buen rato y despedirnos de los que se quedaban a comer. Otros, debido a estas fechas próximas a la Navidad, teníamos comprometidas de antemano comidas de reencuentro con amigos o compañeros de tantas etapas de la vida que por nuestros años hemos ido acumulando sin apenas darnos cuenta.
Deseándonos una feliz Navidad y un inmejorable 2017 en el que esperamos seguir disfrutando de estas estupendas visitas, nos despedimos hasta la próxima.
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Un saludo
María del Carmen del Olmo Segura