Ese miércoles amaneció soleado pero frío, el viento racheado también lo era, por lo que optamos por huir de la acera donde se encontraba la cafetería donde habíamos quedado, y cruzarnos a la acera soleada aunque a esas horas de la mañana, calentara más bien poco. En vista del gran número de asistentes que aunque no los conté, seguro que doblábamos al número de “asiduos” a estas visitas, era evidente que El Instituto Homeopático había despertado gran interés.
Supongo que todos íbamos con la ilusión de visitar esos pabellones “tan diferentes” a todos los edificios de hospitales que conocemos, y que desde que La Comunidad de Madrid se hizo cargo de su reconstrucción reabriendo sus puertas en 2008, esta singular fachada llamaba la atención de todos los transeúntes de esta calle. Tanto el diseño del edificio como los acertados colores empleados para restaurar la madera, han mejoraron muchísimo su fachada. Cruzamos la cancela accediendo a la zona ajardinada donde nos indicaron que debíamos entrar en un edificio de ladrillo totalmente diferente al que creíamos que íbamos a visitar.
Nos recibió muy amablemente el actual Patrono Secretario de esta Fundación Homeopática y nos explicó las razones por las que solo nos podía enseñar el edificio donde nos encontrábamos. Por culpa de una maraña de acusaciones entre los herederos del fundador de este Instituto, marqués Núñez, los pleitos, sentencias revocadas y avatares judiciales, al día de hoy, esta fundación solo es propietaria del edificio más antiguo sito en la esquina de la calle de Eloy Gonzalo con Cardenal Cisneros que siempre estuvo ocupado por las distintas órdenes religiosas que se dedicaron al cuidado de los enfermos hospitalizados. Después de esta triste introducción, continuó con la historia de este centro.
Bajo la dirección del arquitecto José Segundo de Lema, se levantó este edificio con planta en U, con cuatro enfermerías y una estancia para enfermos. Aunque se iniciaron las obras con 433.877 reales obtenidos por subscripción popular en 1845, es gracias a las aportaciones personales del Dr. José Núñez Pernía, Marqués de Núñez que se pudo finalizar su construcción en 1878, siendo el primer edificio moderno de este barrio de Chamberí. Casi simultáneamente este marqués creó la Fundación Instituto Homeopático y Hospital de San José dotándolo con 750.000 ptas. sin obligación de tener que devolverlas nunca.
En 1879, la princesa de Asturias Isabel de Borbón y Borbón acompañada de la fundadora de Las Siervas de María, Soledad Torres Acosta, canonizada por Juan Pablo I en 1970, visitó sus instalaciones y se le ofreció la Presidencia de Honor de la Junta Protectora del hospital, aceptó y además se comprometió a costear el gasto anual de una cama de adulto en este hospital. Fueron Las Siervas de María quienes se hicieron cargo de la atención a los hospitalizados, aunque poco después serían Las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl, quienes asumirían esa ocupación hasta 1936 en que fueron desalojados todos sus ocupantes al ser declarado Hospital de Sangre.
Finalizada la guerra volvieron las monjas pero por falta de medios, en 1980 se vieron obligadas a desalojar el edificio debido a su evidente deterioro. En 1997 se declaró Bien de Interés Cultura, después del levantamiento del cadáver del marqués Núñez y traslado a la capilla.
“La batalla legal por el Instituto Homeopático, un bien de mucho interés”
En 1860 la rivalidad entre médicos y homeópatas era importante por lo que éstos últimos decidieron editar un periódico llamado “El Criterio Médico”, desde donde se daban réplicas, muy jocosas y de estilo festivo, a los médicos que discrepaban de sus teorías.
“Rastreando la huella del pasado de la Homeopatía en España”
En estas direcciones podemos recordar los nombres de los médicos homeópatas que iniciaron esta otra forma de tratar la enfermedad en España.
“Biografía del DR. Anastasio García López”
“Doctor Tomás Pellicer Frutos”
Nos despedimos de nuestro amable cicerone deseándole muchísima suerte en el Tribunal Supremo donde actualmente se encuentra el litigio procesal, y cruzamos Eloy Gonzalo para visitar la antigua y conocida mercería “El Botón de Oro” para los que éramos niños en la década de los 50 y recordamos sin esfuerzo la fascinación que nos producía su fantástica decoración, mientras nuestra madre elegía botones, cremalleras, hombreas, adornos para vestidos así como plumas, perlas, lentejuelas y abalorios de todo tipo.
La visita al Instituto Homeopático se había alargado más de lo previsto y hubo que apretar el paso para llegar a la Plaza de Olavide. El mercado que hemos conocido en esta plaza, era muy bonito y a pesar del tiempo que ha pasado desde aquel día en que lo volaron, cuántas veces cuando vamos a acceder a esta plaza, aún esperamos verle en pie de nuevo.
Nos detuvimos poco en esta plaza porque la hora se nos echaba encima y nos estaban esperando en la librería Salazar en la cercana calle de Luchana. Justamente estaban cerrando cuando llegamos los asistentes más avanzados, menos mal que las propietarias muy amablemente accedieron a que la visitáramos a pesar de nuestro retraso.
Estas dos hermanas son la tercera generación que regenta este negocio y tristemente van a ser la última, pues según nos comentaron, ninguno de sus hijos quiere hacerse cargo del negocio. El padre de Fernanda y Ana que es así como se llaman las actuales propietarias, en los años 50, abrió un acceso a la finca colindante, e instaló una máquina de imprimir de 1920. Juan José es el encargado de hacerla funcionar desde que a los 16 años entró de aprendiz, y lógicamente se lamenta de que en cuanto él se jubile, esta incansable impresora que funciona con un sistema de aire tendrá que parase obligatoriamente porque nadie la manejará.
Supongo que muchos seréis clientes como yo de este establecimiento, pero los que aún no lo seáis, os recomiendo que la frecuentéis porque en papel de regalo, christmas, nacimientos, recortables, secantes, recordatorios de comunión……… son de lo mejorcito de Madrid. Salimos encantados de la amabilidad de Ana y de Fernanda pero un poco compungidos sabiendo que esta papelería de “toda la vida”, tiene los días contados.
Nos quedaba por ver una relojería cercana pero suponiendo que estaría cerrada, optamos por acudir al restaurante La Giralda donde teníamos reserva para las 2 de la tarde. Finalizada la comida los que aún teníamos tiempo libre, acompañados por el Dr. Cremades nos acercamos a ver el monumento a los Chisperos que se encuentra entre la calle de Luchana y la de Trafalgar. Mientras nos acercábamos, reconocimos que ninguno de nosotros se había fijado en él.
Es interesante que los que no asististeis leáis este artículo que os facilito, o bien otro que encontréis mejor, os gustará saber de él y seguro que la próxima vez que vayáis por esta zona, no os pasará desapercibido.
“Monumento a los Saineteros o a los chisperos”
Aún alargamos más la visita y como eran las 5 de la tarde, decidimos volver sobre nuestros pasos y visitar la Relojería Santolaya dando por hecho que ya estaría abierta. Al entrar encontramos a Manuel Santolaya y a su hija trabajando. Son ya seis generaciones dedicadas al cuidado del tiempo, como reza en un estupendo libro que han editado recopilando la historia de esta familia durante 150 años de exixtencia.
“Lo de Santolaya, como lo de cualquier otro maestro relojero, es puro oficio. Y como él dice el trabajo de «buenas manos para manejar pinzas, buena cabeza para comprender e interiorizar los mecanismos -no en vano los padres de la relojería fueron matemáticos y astrónomos- y buen oído para nivelar. Cada reloj -apostilla- tiene su propio sonido». Y él es capaz de distinguir cada pieza de la colección solo escuchando su tic-tac. Luego, hace falta una paciencia infinita y no darse jamás por vencido cuando siente que se consumen las horas que el reloj que tiene entre manos no da, allí, bajo la lamparilla que alumbra la solución. Se da fe que nunca los Santolaya dejaron una sola maquinaria sin reparar.”
Oyéndole hablar no es de extrañar que sea el encargado del mantenimiento de los relojes del Palacio de Oriente. Es un enamorado de su trabajo y en su compañía pasamos un rato tan instructivo como agradable. Si tenéis un reloj antiguo no dudéis en llevárselo porque nos dijo que las piezas que están rotas, como no suele haber repuestos, ¡¡ las hace a mano !!.
¿ No os entran ganas de arreglar ese reloj antiguo al que nunca le habéis oído dar las horas porque ya lo heredasteis estropeado?. Yo ya estoy empaquetando el mío.
Nos vemos en la próxima. ¡¡ Hasta entonces, amigos !!
María Del Carmen Del Olmo Segura