Tiempo de ayer en el hospital, Nº 1

por | 20/12/2012 | Historia del Hospital |

 

EXPLOSIÓN DE PETARDO A VARIOS NIÑOS EN LA CALLE SAN OPROPIO

ASISTENCIA A LOS NIÑOS HERIDOS EN EL HOSPITAL DE LA PRINCESA

 

El día 21 de abril de 1881 tuvo lugar a la altura del portal nº 6 de la calle de San Opropio (de la que luego hablaremos) un luctuoso suceso que conmovió a la ciudad de Madrid, descrito ampliamente en la prensa. Unos niños encontraron  un “petardo de gran tamaño”, un “artefacto explosivo” (diríamos ahora) escondido entre unas maderas en el solar del Palacio de Villaseca, frente al Saladero (Antigua Prisión situada en la actual Plaza de Alonso Martínez). Estos niños, por la tarde, aplicaron una cerilla a la mecha. Se produjo la explosión: Debió ser una bomba, que afectó y lesionó a estos tres niños llamados: Norminando Barajas, de 11 años, Francisco Ladó  de 9 años y Carlos Tomé, de 8 años. Fueron trasladados a la Casa de Socorro de la calle Barquillo. Las lesiones de los dos primeros fueron diagnosticadas como “graves” (incluso con pérdida de conciencia) y fueron trasladados al Hospital de la Princesa requiriendo  casi un mes de cuidados médicos. El Guardia de Orden Público, Justo González, detuvo a un individuo en relación con tenencia de explosivos en la calle de Atocha, y fue ascendido al empleo inmediatamente superior y gratificado pecuniariamente. Tenía  otros colaboradores que también fueron detenidos, pasando todos posteriormente al Saladero. Se trataba de un grupo organizado para sembrar alarma en la población. La prensa tuvo encendidas críticas para los mismos y  para las autoridades competentes exigiendo una legislación preventiva y sancionadora en materia de explosivos.

 

El barrio de Madrid en el que esto sucedió (aledaños de la Plaza de Santa Bárbara) era de personas modestas. La  solidaridad  con las víctimas fue encomiable. Hubo un periódico “El Liberal” que abrió una suscripción popular para obtener fondos para socorro a las víctimas y sus familiares que fue muy respondida por madrileños de todas clases sociales, incluso por niños de las escuelas (Los donantes y cuantía de la aportación fueron publicadas en el mismo periódico). Los niños  recibieron la visita en el Hospital del Gobernador de Madrid, que era el Conde de Xixena, y cuando mejoraron fueron recibidos por el ministro Sr. Albareda.

Los periodistas, en su afán de obtener noticias, visitaron durante varios días a los niños ingresados y dejando datos escritos sobre la asistencia que recibieron y detalles sobre el Hospital. Veamos los siguientes párrafos:

 

“En el hospital nos recibe, apenas tiene conocimiento

de nuestra llegada, el director, y nos honra

acompañándonos a visitar los heridos.

Nos satisface desde luego el aspecto del establecimiento…

La ventilación es grande: corresponde una

ventana por cama de enfermo; las camas de hierro,

con pabellones blancos, son lechos de comodidad y

aseo; el sufrimiento no se vé allí doblegado por la

miseria, ni||la muerte nos saluda, cuando entramos,

con fétido aliento. Dos salas, especialmente, las que

tiene á su cargo el doctor Rubio, están instaladas con

lujo… Las paredes son estucadas; las camas, pintadas

de blanco, rematan sus hierros con boliches dorados;

el piso forma un risueño tablero de baldosines

blancos y rojos… ¡Ni para la pobreza que muere en

los hospitales existe la igualdad!…

Al visitar este hospital se comprende que pueda

abandonarse la enfermedad y el dolor con tristeza y

llanto.”

 

Queda también reseñado de modo minucioso las curas que realiza el practicante y que no trascribo para no alargar este trabajo. En otro relato de la misma publicación, leemos:

 

“Esta es la sala de San Nicolás… Entremos. Aquí

está el niño Francisco Lado. Sobre la cabecera, en la

pared, hay colgada una pilíta de loza blanca, y al lado

de la pila, sobre una cruz de madera, un Cristo de

cobre… Cerca también cuelga el cuadro de observaciones.

En este cuadro se dice que el niño tiene nueve

años.“

“Junto al lecho, de pié, envuelto el cuerpo en un

mantón rameado, y la cabeza cubierta con otro pañuelo

amarillo, hay una mujer, como de cuarenta

años de edad, pálido el color, tristes los ojos… No

hay qué decirlo: es la madre… Junto á la cama de

otro enfermo, prestándole cuidados, vemos una hermana

de la Caridad.”

 

 

“La noche anterior (del jueves) ha trascurrido sin

presentarse síntoma alguno desfavorable en ninguno

cuerpo dé los niños, habiendo disfrutado todos,

 especialmente Lado, en algún rato, de un profundo sueño.

A las ocho de la mañana el profesor Sr Mariani

volvió a levantar a dicho enfermo, como en los días

anteriores, el apósito que le cubre el rostro, y manifestó,

según parece, sin reserva alguna, el satisfactorio estado

en que se encontraba, disponiendo se le diese alimento

 con alguna mas íVeoucücia¡

Apenas tiene fiebre, y de no presentársele alguna  

Complicación, todo hace esperar, según el inteligente

médico que le asiste, una curación relativamente ;

satisfactoria. ‘

Norminando Baraja, asistido por el no menos ilustrado

médico Sr. De .Miguel y Viguri, se ha quejado algún

tanto durante la cura que dicho profesor le hizo

a las nueve de esta mañana.”

 

Esta aportación periodística muestra detalles de nuestro “antiguo” Hospital (su interior, aspecto de las salas, camas, entorno del enfermo, horario de asistencia médica, etc.).

 Y se nombra a varios médicos que ejercían en el mismo (Dr. Mariani, Dr. De Miguel Viguri y Dr. Rubio). Los tres fueron figuras señeras de la medicina madrileña del último tercio del siglo XIX. Su biografía y trayectoria médica y científica se localiza fácilmente a través de Internet. Pero resumo aquí la relación que tuvieron con el Hospital:

– D. Juan Manuel Mariani y Larrión (Madrid 1953-Madrid 1909) : Obtiene en el año 1877 la plaza del Hospital llegando más tarde a ser Decano del mismo. http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=mariani-y-larrion-juan-manuel.

– D.Isidoro de Miguel y Viguri (Burgo de Osma 1850 – Madrid 1899). Obtiene en 1877 la plaza de médico de número del Hospital). Puede leerse su biografía en la Revista Ilustración Española y Americana del día 8-12-1898. Se accede a la misma a través de la página de la Hemeroteca  Digital de la Biblioteca Nacional. http://hemerotecadigital.bne.es/index.vm

– D.Federico Rubio y Gali (Puerto de Santa María 1827-Madrid 1902). Estableció en el hospital, en 1880, el “Instituto de Terapéutica Operatoria”, con 60 camas. En el año 1896 este Instituto se trasladó a nuevo edificio en terrenos de La Moncloa (muy cerca  de lo que hoy es la Fundación Jiménez Díaz). Fue fundador de la Escuela de Enfermeras “Isabel de Hungría”). http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=rubio-gali-federico             

 

                                                                

 ANOTACIONES

1.- La calle de San Opropio es la que actualmente se llama “Serrano Anguita” y comienza en la C/Mejía Lequerica junto a C/Sagasta y finaliza en la zona inferíos de la Plaza de santa Bárbara (es en esta plaza  donde estuvo ubicado El Saladero: Prisión). Parece ser que el nombre Opropio no figura en el santoral cristiano, siendo el cronista de Madrid y dramaturgo Francisco Serrano Anguita  (Sevilla 1887-Madrid 1968) quien descubrió este “desafuero”. Pero se encuentra documentado que Madrid  utilizó  el nombre de San Opropio para titular esta calle desde hace más de 200 años. Ya Pérez Galdós la cita en su novela El Audaz. Como hipótesis del origen de este nombre  se ha postulado que podría ser error y tratarse de un santo con ortografía parecida  o bien como contracción verbal de la palabra “Camino Propio” que derivó con los años a  “O propio”  ( y alguna autoridad local de entonces ”santificó” el rótulo): Se trataría de un “camino propio” que conducía a un Palacio, allí situado,  perteneciente a  la familia Abrantes. Es decir, el antecedente histórico la actual “calle particular”. Se cambió el nombre a la calle tras el fallecimiento de Serrano Anguita en 1968. Realizándose también un acto-homenaje al mismo en el que participaron los cronistas de la Villa F.C Sainz de Robles, Tomás Borrás y Enrique de Aguinaga.

 Como comentario diré que el cronista y autor teatral podría merecer el nombre de una calle, pero de ahí a hacer desaparecer del callejero madrileño un santo, aunque sea imaginario, pero exclusivo de Madrid como San Isidro…

 

2.- Los documentos históricos en que se basa este trabajo  están contenidos en:

Periódico El Liberal ( de los días finales de abril de 1881).

Periódico “La Vanguardia” (de los días finales de abril de 1881).

Revista  “Ilustración Española y Americana”.  Ver número correspondiente al día   30 de junio de 1881: Página 415. Y en la página 425 aparece un bien logrado grabado titulado: “Madrid. El crimen de la calle San Opropio” y se representan los alrededores de la Casa de Socorro de la calle Barquillo, mientras se hacía la primera cura a los tres niños heridos por los petardos y del guardia Justo González, aprehensor del petardista Roche.

 

Carlos Cremades Marco