La batalla de La Princesa o el triunfo de la razón.

 

¿En qué cabeza cupo tamaño desatino?. ¿A quién se le pudo ocurrir esa idea insensata, nefasta, dañina y peligrosa?. Y ¿Cómo es posible que hubiera alguien capaz de secundar semejante aberración, absolutamente impropia de un profesional responsable de la Sanidad Pública?

Es inconcebible que unos supuestos expertos en la materia hayan podido llegar a programar un disparate de este calibre, lo hayan diseñado formalmente nada menos que hasta el nivel de proyecto legal del Parlamento de la Comunidad de Madrid y vayan a seguir ejerciendo en la función pública, contaminando impunemente a la población a la que tenían que proteger y desprestigiando al partido político en que militan.

Los mismos que han sabido rectificar deberían mostrar su capacidad para preservar a los ciudadanos que confiaron en ellos  de cabezas como ésta, o seguirán perdiendo votos (¡cuántos menos seremos después de lo que les hemos visto hacer!) y minando el entusiasmo de los profesionales de la Salud y la confianza de cuantos deberíamos sentirnos seguros al resguardo de zarpazos como éste.

Han conseguido algo increíble: que se hayan movilizado al unísono los ciudadanos afectados, todos los trabajadores y profesionales del Hospital y cuantas Entidades Profesionales, Académicas y Sindicales, Asociaciones Públicas y Privadas se han visto afectados a través de sus allegados e indignados por su pretensión.

Queda la satisfacción de contemplar que, los máximos responsables de la Sanidad Pública de la Comunidad, han sido capaces de rectificar, gracias al tremendo peso de nuestros argumentos (de la evidencia, de la razón en definitiva) y la respuesta coordinada y explosiva de todos sus trabajadores que sí confiábamos en lo que desde siempre estamos haciendo. Con ello el Hospital Universitario de La Princesa ha salido reforzado ante la propia autoridad sanitaria que, aunque hoy diga lo contrario, pretendía deshacerse de él en su actual contenido y cometidos. Y sale reforzado también ante la opinión pública y el entorno sanitario, siendo lo más importante que también gana ante sus usuarios, a los que beneficia ya que les otorga más confianza en los profesionales que velan por su salud, con lo que se encuentran mas seguros y mejor atendidos.

No ha terminado la guerra en la Sanidad madrileña, pero La Princesa ha ganado esta batalla.

 

Ulíbarri

24/11/2012