Sabiendo de las inquietudes de Rosa, veterana enfermera formada en nuestro hospital, siempre en defensa de su Hospital y su Profesión, le pedí que opinase también en esta nueva ocasión de crisis y agradezco su aportación, que reflejo aquí por unos días y en el foro de manera permanente, esperando participemos en él cuantos estemos interesados:
Reflexión
La situación actual que estamos viviendo en la sanidad madrileña me ha hecho
recordar diferentes momentos de protesta que me gustaría compartir.
Allá por los años 70, estudié enfermería, lo que se llamaba entonces Ayudante
Técnico Sanitario (A.T.S.), en un hospital cuyo nombre en aquel momento era “Gran
Hospital de la Beneficencia General del Estado”, y junto con algunas de mis compañeras de
promoción, fui de las primeras enfermeras que trabajé en él con un contrato de la
Seguridad Social. Por esos años salimos a la calle todos los profesionales de enfermería
para protestar contra la reforma que pretendía relegar los estudios de A.T.S. de la
universidad y conseguimos que se echara para atrás, aprobándose un nuevo título:
Diplomado Universitario en Enfermería. También por aquel entonces protestamos, hicimos
huelga y formamos una “junta gestora” elegida por todos los trabajadores de ese hospital,
para luchar en contra de su cierre y entre todos con nuestro rechazo, lo logramos.
Después, años sin protestas, el hospital se renueva tras muchas obras y recupera el
nombre que tuvo en sus orígenes, Hospital de la Princesa, al que se le añade Universitario
con todo lo que implica. Y lo más importante, en abril de 1986 la Ley General de Sanidad
afirma que nuestro sistema sanitario es público, universal y gratuito, el centro de la
atención sanitaria es el ciudadano, no el trabajador como hasta entonces. En lo que
respecta a la enfermería se vive un momento de gran avance profesional, además de estar
en la universidad, la reforma de la atención primaria la considera parte imprescindible del
equipo de salud, responsable de prestar cuidados no sólo a los enfermos sino también a los
sanos para promocionar la salud y prevenir la enfermedad, y en el nuevo organigrama de
los hospitales del INSALUD, al que ya pertenece La Princesa, se la integra con pleno
derecho en los órganos de dirección.
A finales de los 90, tuvimos que volver a protestar, comienza la estrategia
privatizadora en la sanidad y se produce un intento de que este hospital pase a ser
gestionado por un consorcio. Firmamos y recogimos firmas en su contra y entre todos de
nuevo conseguimos que no se llevara a efecto.
Hoy otra vez estamos protestando de todas las maneras posibles, porque como
comenta el Dr. Ulibarri, médico cuya trayectoria está ligada a este hospital, “La Princesa ha
ganado la primera batalla, pero la guerra en la sanidad madrileña continúa”. Nuestro
sistema sanitario está en peligro, ahora ya no es ni universal, vuelve a estar ligado al
trabajo, ni gratuito, hay que repagar por servicios, y aunque digan que es mentira, tiene
visos de no ser público. En el momento actual si la situación económica nos obliga a
ajustarnos, ajustémonos, pero no desde una gestión privada cuyos objetivos ponen en
peligro la salud como derecho y la llevan a considerarla como un bien de consumo al que
sacar una rentabilidad económica y no social, sino mejorando la gestión pública de nuestro
Sistema Nacional de Salud, como claman todas las organizaciones sociales, científicas,
sindicales y profesionales tanto sanitarias como no sanitarias.
Hay que perseverar en la protesta, seguir peleando y argumentando todos juntos
para hacer razonar a nuestros políticos. En los 70 estábamos en una dictadura, hoy en una
democracia, pero para que ésta sea viva no se debe reducir a dar nuestro voto cada cuatro
años. Como he leído que comentaba cierto abogado “la protesta es la gasolina de la
democracia” y como decía el lema que durante días se podía leer en el blog,
hospitallaprincesaenpeligro “aún estamos a tiempo de que nadie pierda”.
Rosa Mª Rodríguez Perales