El día previsto, 3 de Junio, amaneció lloviendo pero a las 8,30, hora del encuentro en la puerta del hospital, había despejado y 50 decididas féminas y media docena del género en declive, nos subimos al autocar de Luis, nuestro conductor de siempre, que nos llevó hasta Torremocha del Campo a 120 km. Parada para café y compra de pan artesano del pueblo.
A las 10,30 reanudamos nuestro viaje hasta La Riba de Saelices, 40 km. mas. Pueblo de un centenar de habitantes (103 dice el Instituto Nacional de Estadística en 2016) con fachadas y tejados de casas nuevas o restauradas y una pavimentación original de sus calles, al menos la principal, que en prolongada cuesta nos llevó hasta el pórtico románico de su iglesia de Santa María de Magdalena.
Canchales de piedras talladas de la zona estéticamente distribuidas con un pasillo central de ladrillos rojos daban un aspecto muy original a esa calle.
Desde la Riva iniciamos nuestra ruta siguiendo el curso del rio Linares, mejor riachuelo o aprendiz de rio, que cruzamos 15 ó 20 veces sobre unas piedras más o menos estables y que una compañera comprobó lo fresquita que estaba el agua aunque sólo hasta su tobillo.
Lo más agradable del paseo, la temperatura. El pronóstico para esa zona era de claros y tormentas con chaparrones pero durante todo el trayecto disfrutamos de solecito a la sombra de los árboles de la orilla del rio, sol y sombra a unos 22-24 grados.
Delicioso paseo de ida y vuelta pegaditos al rio de unas dos horas y media por un trayecto fácil, llano y un terreno cómodo desde y hasta la Cueva de Casares. Pero en el punto de retorno, en el Valle de Los Milagros, en el sector noroccidental del Parque Natural del Alto Tajo, que en el jurásico era mar, según nos contó la compañera Gemma buena conocedora de la zona, nos encontramos los puntales de Los Milagros, dos enormes moles de arenisca y conglomerados que han resistido erguidos la erosión sobre todo en su base más porosa.
Zona de triste memoria por el terrible incendio que en 2005 costó la vida a 11 personas. La Cueva de Casares, en cuyo merendero tomamos el aperitivo
No podíamos visitarla por falta de tiempo (más de dos horas en recorrerla) pero sobre todo porque hay que solicitar cita con antelación y pasar en grupos muy reducido de visitantes. La Cueva, monumento nacional, es uno de los lugares con representación de arte rupestre paleolítico más importante del centro de la Península Ibérica.
De allí nos llevó Luis de nuevo en su bus a la Riba, a seguir comiendo en el bar del pueblo, donde si nos llovió un poco pero en seguida despejó y continuamos hasta las salinas de San Juan en Saelices de la Sal, que tuvieron su apogeo en el siglo XVIII pero estuvieron abandonadas muchas décadas.
Una de las responsables de la recuperación de estas antiguas salinas de interior, es decir no costeras, nos contó el proyecto de recuperación de estas salinas y nos enseñó el antiguo almacén rehabilitado donde acumulaban la sal de momento sólo utilizada para las carreteras nevadas (y como últimamente nieva poco había buenos montones).
Nos explicó la obtención del agua salinizada del subsuelo mediante un pozo y una noria, su desagüe en las albercas o recocederos mediante canales de madera o artesas y la recogida de la sal de las albercas tras la evaporación del agua, naturalmente en verano, recogiendo con especial cuidado la capa superior, la llamada flor de la sal muy apreciada por los grandes cocineros.
A las 18,30 para casa. Bus de Luis y sin paradas intentar llegar a la hora del partido de la Copa de Europa Real Madrid-Juventus que lo conseguimos justito y lo mejor: ganó el Real Madrid.
Nuestra felicitación a organizadores y senderistas.
Antonio Mancha
Un abrazo de AHUPA en pleno.